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  • Paulina Sallés Bastarrica

Autocuidado psicológico en medio del movimiento social en Chile


Esta semana, de manera abrupta y con una intensidad extraordinaria se han generado en nuestro país una serie de situaciones espontáneas que nos han sacado de nuestra cotidianeidad y de nuestra rutina. Este movimiento social, inesperado para algunos, previsible para otros, surge en principalmente de la constatación de la mayoría de los segmentos sociales, del alto costo de la vida en Chile, de la inequidad en relación a los salarios y las oportunidades de tener una calidad de vida digna en todos los aspectos fundamentales; a saber, educación, salud, pensiones, etc.

Las instituciones han perdido su valor, la población ya no confía en la clase política y legislativa y, en medio de manifestaciones pacíficas este descontento se ha hecho presente y las demandas con sentido de urgencia al Estado aumentan conforme pasan los días.

Sin embargo, la algarabía de las manifestaciones pacíficas, se acompaña de un lado B bastante estresante para un gran sector de la población. Los saqueos a supermercados, grandes tiendas, almacenes de barrio y casas particulares, tienen a muchas personas sumidas en el miedo y la indefensión, propiciando un estado de alerta y temor al futuro ligado al caos y a la ausencia de soluciones concretas, al desabastecimiento ya la violencia que parecen no terminar. El incendio de varias estaciones de Metro ha generado tristeza e impotencia especialmente en los sectores más carenciados, pues ven que su calidad de vida se ha visto irremediablemente mermada por mucho tiempo al ser éste el medio de transporte que les permitía llegar a sus trabajos en tiempos menores y en condiciones, en muchos casos, de mayor comodidad. Saber que su reconstrucción va a tomar tiempo, ha sido fuente de muchísimo estrés, pues implicará dificultades de traslado y menos tiempo para sus familias y quehaceres cotidianos.

El Estado de emergencia, el toque de queda y la salida de los militares a la calle ha generado una re-edición de los traumas de la dictadura y activando el miedo, la ira y la angustia.

En este contexto nacional, gran parte de la población experimenta un estrés extremo que resulta muy preocupante tomando en cuenta la baja calidad de la salud mental en nuestro país, pudiendo dejar secuelas psicológicas si es abordado en el corto plazo.

Los sentimientos de miedo, la confusión, la ansiedad anticipatoria, el temor al futuro y la ansiedad de separación que ocurre cuando debemos distanciarnos de nuestros seres queridos para continuar con nuestra vida cotidiana, son algunos de los síntomas que los chilenos están presentando. La incertidumbre y la sensación de no tener control, la angustia, confusión, irritabilidad, las dificultades de concentración, los cambios de humor, el nerviosismo, el estado permanente de alerta, la euforia, alteraciones del sueño (insomnio, pesadillas), alteraciones del apetito, cefaleas, las crisis de pánico y de angustia, labilidad emocional, sensibilidad a los sonidos y otros, son también manifestaciones psicológicas esperables y normales frente a una situación excepcional y altamente estresante, que genera sentimientos encontrados. Sin embargo, estas reacciones generalmente van disminuyendo con el paso del tiempo y son temporales en la medida que la situación va tomando forma, se divisen soluciones y se vaya volviendo a las rutinas habituales.

Lamentablemente también, muchas personas han visto alteradas las relaciones con su núcleo familiar y su círculo de amistades, toda vez que se generan discusiones ideológicas, no siempre respetuosas y que terminan socavando sus vínculos.

Claro está, que por el momento no es factible volver a nuestra vida “normal”, pues es imposible abstraerse de la realidad nacional y no estremecerse con todo lo que está pasando. Sin embargo, es necesario hacer cambios y establecer medidas para disminuir los síntomas, generando espacios de autocuidado para transitar de mejor manera este período.

Algunas de estas recomendaciones son las siguientes:

1. No seguir minuto a minuto las noticias que aparecen en la televisión y en las redes sociales pues ello puede aumentar el temor y la sintomatología descrita anteriormente. Es recomendable elegir horarios en los que se pueda tener una visión resumida y actualizada de lo que ha pasado en el país para informarse, conocer los horarios de toque de queda, de las manifestaciones y marchas y de todos aquellos factores que puedan alterar nuestras rutinas.

2. Preferir los medios de comunicación que nos parecen más confiables y adaptados a nuestras necesidades. Filtrar las noticias y publicaciones que pueden no tener asidero en la realidad o que van en contra de lo que cada uno considera adecuado para sí y elegir programas de conversación informativos, que eduquen y/o en los que se analizan los últimos sucesos y se discuten posibles soluciones desde diferentes posturas.

3. Trate de tener a los niños lejos de la televisión, de la radio y de las redes sociales que puedan exponerlos a la violencia. Es importante además, que los adultos mantengan la calma y sean cautos en sus conversaciones pues los niños suelen estar muy atentos a los estados emocionales y a las conversaciones de los adultos.

4. Como padres y cuidadores es necesario estar atentos a los cambios emocionales y conductuales de los niños, estando disponibles emocionalmente para contenerlos y explicarles lo que está sucediendo en un lenguaje simple y sin alarmarlos, no dando más información que la que ellos requieren. Resulta necesario además, darse tiempo para jugar con ellos, dibujar o ver alguna película que los saque de la sensación de tensión que están viviendo.

5. Abstenerse de entrar en discusiones con personas alteradas que pueden terminar en discusiones o peleas, pues estas pueden afectarnos emocionalmente y terminar dañando vínculos importantes para nosotros. Es primordial, en este aspecto, poner paños fríos y entender que todos hemos vivido diferentes experiencias en la vida, tenemos diferentes ideologías y que, por lo tanto, debemos hacer primar el respeto y la consideración por uno mismo y por el otro en nuestras conversaciones.

6. En caso de llevar a los niños a las marchas y manifestaciones, aunque parezca obvio, es importante explicarles, también de manera simple y acotada, el objeto de la misma. Cuidarse de estar ahí con ellos sólo mientras la manifestación sea pacífica y retirarse antes de que puedan comenzar los enfrentamientos y desmanes que, lamentablemente suelen ocurrir. No está de más indicar que, en algunas manifestaciones, los niños estarán expuestos a situaciones, imágenes y/o lenguaje que, en algunos casos, puede resultar perjudicial para ellos. Esto último implica también la necesidad de estar atentos.

7. No se obligue ni se sienta culpable de no participar activamente en los movimientos sociales. Cada uno tiene la libertad de pensar como quiera y/o de manifestarse o no manifestarse de acuerdo a sus convicciones y a sus posibilidades. Muchas personas no se sienten cómodas en manifestaciones multitudinarias o de la forma en que éstas se dan. Todos somos diferentes y debemos conocer y respetar nuestros límites para cuidarnos a nosotros mismos. Existen muchas formas de canalizar y exteriorizar lo que pensamos.

8. El apoyo social puede protegernos del estrés. Se recomienda buscar soporte con familiares, amigos y vecinos con los que nos sintamos cómodos para compartir nuestro sentir, nuestras preocupaciones y hablar de los temas que nos parezcan necesarios en relación con la contingencia. Se sugiere no compartir detalles e imágenes de alta violencia y mantener un ambiente de respeto para no aumentar el estrés.

9. Mantener las rutinas de sueño, alimentación, domésticas y laborales (ya sea en casa o en el lugar de trabajo). Esto nos permite organizarnos, estar ocupados y sentir que tenemos cierto grado de control en nuestras vidas.

10. Deje espacio para la lectura, para el deporte, para salir a caminar (por espacios seguros) y generar actividades placenteras que puedan sacarle aunque sea por momentos de la situación actual.

11. Sea considerado/a y no comparta fotos ni videos cargados de violencia o que inciten al odio. Preocúpese además de compartir noticias fidedignas en caso que decida hacerlo y no reenvíe información de la que no conoce sus fuentes o no está seguro/a de su veracidad.

12. Practique la higiene del sueño. Mantenga los horarios habituales de sueño y vigilia, tenga actividades que le permitan consumir energía, prepare paulatinamente el ambiente para dormir limitando los estímulos en la medida que se acerca la hora de acostarse. Evite las comidas copiosas en la noche y coma, al menos una hora antes de acostarse. No se exponga a pantallas también al menos una hora antes de dormir. Tome alguna infusión relajante, practique respiraciones que lo/a relajen, medite, escuche música de relajación o realice alguna actividad que lo/a tranquilice (leer o realizar alguna actividad manual) antes de dormir.

13. Si usted o algún/a conocido/a presenta síntomas muy agudos que no remiten ni disminuyen, es necesario pedir apoyo con profesionales de la salud como psicólogos y psiquiatras. En este período hay psicólogos que están atendiendo gratuitamente de manera voluntaria (en internet se encuentra toda la información). Habemos otros que atendemos en modalidad online a aquellas personas que no quieren o no pueden salir de sus casas para asistir a una psicoterapia presencial.

Es importante entender que todos reaccionamos de manera diferente frente a los estresores extremos, por lo que no podemos compararnos entre nosotros. El tiempo y la velocidad con la que nos recuperemos va a depender de nuestros recursos psicológicos, de nuestro autocuidado y del apoyo con el que contemos. Es un momento complejo que en algún momento va a terminar y tendremos que reorganizarnos en lo personal y en lo social.

Espero que estas recomendaciones puedan ser de utilidad para ustedes y para su entorno. El autocuidado y el cuidado de otros es fundamental para transitar las crisis.

Un saludo de esperanza para cada una de las personas que me ha leído.

Paulina Sallés, psicoterapeuta de adultos.

Psicóloga clínica y de la salud.

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