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  • Paulina Sallés Bastarica

El por qué de las marchas por una educación no sexista


Todavía hay quienes no comprenden el movimiento de las estudiantes que en las últimas semanas han hecho tomas en establecimientos educacionales y han salido a marchar por una educación no sexista. Algunos, aún piensan que se trata de una exageración o de una moda y tienden a tachar a las feministas de "feminazis".

El feminismo puede definirse como un movimiento político/social que se inicia formalmente a finales del siglo XVIII, sin ser denominado aun como tal, y que surge con la toma de conciencia de las mujeres, como colectivo, de la opresión, dominación, y explotación de que las han sido y son objeto por parte del colectivo masculino, amparado por el patriarcado en sus distintas fases históricas. Esto es lo que en definitiva mueve a las mujeres a la acción para la liberación de su género en el intento de generar transformaciones al interior de la sociedad.

En la actualidad, se ha sumado la causa de la diversidad, a través de la que se busca terminar con la discriminación y alcanzar la igualdad de derechos y oportunidades para las personas con identidad de género y orientación sexual diferente a las consideradas tradicionales, es decir, masculino/femenino y heterosexual.

El movimiento, como muchas otras causas, se ha desacreditado a los ojos de algunos, por la ira de cierto grupo de adherentes que han utilizado la causa feminista para otros fines, haciendo parecer que el feminismo es un movimiento anti-hombres o contra los hombres, viniendo desde ahí la denominación de “feminazi”. Pero ese no es el verdadero movimiento.

Sabemos que hoy, la educación es el medio en el cual se gesta y se reproduce la visión machista y patriarcal de nuestra sociedad, siendo una de las principales responsables de producir personas que validan y/o normalizan situaciones que van en desmedro de los derechos de las mujeres y de las diversidades sexuales. Existe un currículum oculto en la educación chilena, en el que se invisibiliza a las mujeres y su aporte a la cultura, la ciencia, la filosofía y la historia, haciéndonos pensar que la mujer sólo tuvo roles importantes después de las reivindicaciones feministas y que los hombres han sido siempre los protagonistas, cuando eso no es totalmente cierto (aunque en cierta medida lo es, debido a las diferencias de derechos y oportunidades históricas entre géneros).

Las mujeres, hemos sido infravaloradas, violentadas, acosadas sexualmente, violadas y discriminadas en muchos aspectos. A lo largo de la experiencia personal de cada mujer hay una serie de situaciones vividas que generan miedo, inseguridad y rabia, y eso es lo que alimenta este movimiento, además de la fuerza y la convicción acerca de que se pueden generar cambios al interior de la educación, del trabajo y de las políticas de equidad e inclusión.

Desde la pubertad hemos sido vistas y tratadas como objeto, siendo víctimas de miradas libidinosas, manoseos, palabras y frases cargadas de violencia sexual susurradas al oído o abiertamente vociferadas. Hemos sido discriminadas en la Escuela y en la Universidad, teniendo que escuchar discursos y chistes machistas, de parte de nuestros profesores y validados por nuestros compañeros, teniendo que callar por miedo a la crítica y a las represalias.

Hemos sido víctimas de acoso y abuso en sus diferentes formas, también en el trabajo. Siendo discriminadas por el hecho de ser mujeres y por el hecho de tener útero. En los criterios internos de selección de personal de muchas empresas, existen condiciones ocultas que implican no contratar a mujeres en edad fértil o en condición de ser madres, por lo que en las entrevistas es más frecuente que a las mujeres se les pregunte por su condición familiar, indagando acerca de su probabilidad de embarazarse en el corto plazo.

Los valores de nuestros planes de Isapre son exorbitantemente más costosos que los de los hombres. Es como si tuviéramos que pagar un impuesto y una condena por tener útero, como si en definitiva, hiciéramos solas a nuestros hijos, por generación espontánea, sin que el hombre tuviese nada que ver.

Para qué entrar en detalle en relación a lo que ocurre con las diferencias, aun existentes en las labores de crianza y las tareas al interior del hogar. Eso ya es conocido por todos.

Estas son las razones por la que muchas mujeres se sienten cansadas, desilucionadas y enojadas.

En el último año se han dado a conocer múltiples casos de acoso y abuso sexual por parte de profesores en colegios y universidades, pero lo que resulta más increíble a los ojos de algunas personas que no veían esta realidad, es la cantidad de casos en que los mismos estudiantes abusan de otros; violaciones entre alumnos dentro de la Escuela y en la educación superior.

La movilización de hoy se enmarca en un contexto en el que más de 15 universidades en siete regiones del país se encuentran en tomas feministas. A través de este movimiento, se exige una educación no sexista desde el jardín infantil, protocolos claros y precisos para sancionar el acoso y abuso sexual al interior de las casas de estudio y la generación de campañas de acompañamiento psicológico para las víctimas, entre otras cosas.

Las mujeres queremos vivir en armonía con los hombres, queremos ser entendidas, apoyadas y acompañadas por ellos para vivir en un mundo equitativo. Por eso esperamos que nuestros compañeros, padres, hijos, parejas, profesores, colegas, amigos y en definitiva, todos comprendan y apoyen la causa de la equidad de género y orientación sexual, para una educación no sexista y una vida armónica y respetuosa para todos los seres humanos.

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