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Potenciar la propia felicidad: Más allá de “la moda de ser feliz”

  • Paulina Sallés Bastarica
  • 17 mar 2018
  • 2 Min. de lectura

En los últimos años “la felicidad”, que es en definitiva el deseo último de todo ser humano, ha ido transformándose, lamentablemente, en una especie de moda. En sí misma, la psicología positiva, las investigaciones en neurociencias referidas al tema y la teoría y práctica orientada a la felicidad, nos han impulsado a tener una visión más positiva de nuestra existencia, a conocer estrategias, técnicas y formas de relacionarnos con otros de manera más saludable y nos han ayudado a incrementar nuestra calidad de vida. No obstante, en el otro extremo, la felicidad se ha impuesto como una moda y una nueva forma, a veces bastante perversa, en que los medios de consumo y las organizaciones intentan manejar nuestras necesidades y potenciar el rendimiento de las personas a partir de una “forma de ser” que hoy aparece como normativa. Con esto me refiero a la nueva “imposición de ser felices” y a lo mal visto que resulta, en la actualidad, estar triste, tener rabia, sentirse frustrad@ o tener espacios de negatividad y queja.

Desde mi punto de vista, la búsqueda de la felicidad es una necesidad y un deseo que compartimos todos los seres humanos. Sin embargo, cuando esta búsqueda no se acompaña de un auto-conocimiento, de un afrontamiento de los propios conflictos y de una consciencia y aceptación de nuestras emociones “negativas” y de nuestra “sombra”, resulta vacía y a veces inalcanzable para muchas personas, que se sienten como si estuvieran tratando de correr en medio de un profuso barro. Esto genera frustración, y nos lleva al autoengaño o incluso a buscar formas de “parecer felices” para creer que estamos siendo “como se debe ser” o para no ser tachados de “negativos”, “quejumbrosos”, “malagradecidos” y, en definitiva, inadecuados para lo que se ve bien en la sociedad en la que vivimos actualmente.

Del mismo modo, la tan deseada “aceptación” de nuestras circunstancias, termina siendo una ilusión, si para lograrla no pasamos por el proceso de revisar nuestros conflictos, reconocer nuestro propio sufrimiento, identificarlo conscientemente e integrarlo realmente como una parte de nuestra existencia que nos ha llevado a ser quienes somos en la actualidad. Sólo desde ahí, podemos enfocarnos en aceptar-nos y orientarnos hacia un mayor bienestar y felicidad.

No existen fórmulas mágicas para la felicidad y esta no se logrará a través de un libro de autocuidado ni de un curso. Para ello se requiere transitar un camino, a veces no tan fácil, ser consciente, constante y valiente. Pero, parafraseando a Lao-Tsé “Un viaje de mil millas comienza con el primer paso”.

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