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La psicoterapia en el contexto actual

  • Paulina Sallés Bastarrica
  • 6 mar 2013
  • 4 Min. de lectura

En la actualidad son muchas las condiciones que contribuyen a generar en las personas una sensación de vacío, falta de sentido, incomodidad o disconformidad con la propia vida, el entorno social, el trabajo, etc. La excesiva competencia laboral, las exigencias que crecen, el permanente bombardeo de los medios de comunicación con imágenes y mensajes acerca de lo que deberíamos ser, tener y parecer para ser felices y los noticieros recargados de imágenes y mensajes que aumentan día a día el temor y la sensación de desprotección, son algunos de los factores que caracterizan nuestros tiempos e influyen en el estado físico, energético y emocional de las personas.

En este contexto en el que podemos estar todo el tiempo “conectados” a las vidas e historias de otros a través de las redes sociales, son cada vez más escasos los momentos en los que orientamos nuestra atención hacia nosotros mismos. En esos micro-espacios de tiempo en los que no estamos pendientes de lo que sucede afuera, tendemos a vivir nuestro sentido de nosotros mismos como algo desconocido, vacío y muchas veces aterrador. Cada vez nos alejamos más de nosotros mismos o, por decirlo de otro modo, de nuestra esencia o identidad.

La falta de auto-consciencia y la necesidad permanente de estar presentes en todo al mismo tiempo, sumadas al apuro por alcanzar a los otros, por tener, ser y parecer lo que la sociedad se supone que espera de las personas, tiende a desviarnos del momento presente, centrándonos en deseos y expectativas del futuro o en quejas acerca de pasado, desintegrando nuestra capacidad de mantenernos “vivos” y “atentos” a lo que sucede momento a momento.

Al enajenarnos de nosotros mismos, nos alejamos también de los ritmos naturales y tendemos a exigirnos más de lo que deberíamos, a no utilizar bien los tiempos, a trabajar más de la cuenta, a dormir menos horas de las necesarias y a desgastar cada vez más nuestro organismo.

Los ciclos circadianos se alteran y, de una u otra forma, el estrés, la presión, el cansancio, la angustia, el miedo y/o la tristeza comienzan a “desconfigurarnos”. Hay quienes recurren inmediatamente a los fármacos para poder continuar viviendo en el mismo ritmo, pero logrando dormir, tolerando mejor las presiones, anestesiando la angustia, etc. Pero, si bien los medicamentos pueden ayudar en algunos casos, la medicalización de la vida cotidiana y el uso de psicofármacos sin un proceso terapéutico asociado, se transforma en una forma de atacar los síntomas y no la base del problema. Esto puede generar un bienestar relativo, que dure el período en que se toman los medicamentos, con el riesgo de volver al mismo estado de insatisfacción, una vez terminado el tratamiento.

La psicoterapia puede ser un camino de regreso hacia nosotros mismos y a la relación real con los demás cuando no estamos siendo capaces de conducir nuestra vida de un modo satisfactorio. Por tanto, si bien la psicoterapia es un buen camino para resolver conflictos graves y recibir apoyo en caso de tener un trastorno específico, es también una herramienta para las personas que transitan por períodos difíciles o de crisis existencial.

Una buena psicoterapia puede ayudarnos a aumentar el nivel de consciencia acerca de:

  • El modo cómo nos enfrentamos a las situaciones,

  • Cómo nos relacionamos con otros

  • Cuáles son los significados que asociamos a ciertas cosas

  • De qué manera tendemos a reaccionar,

  • Cómo repercute nuestra forma de ser en los demás,

  • Cuáles son las formas en que boicoteamos nuestra felicidad y

  • De qué manera el mundo y las personas influyen en el modo cómo nos sentimos y vivimos, entre otras cosas.

A partir de este nuevo nivel de conocimiento, es posible ampliar nuestros límites, generar nuevas formas de ser-en-el-mundo, y efectivamente dar un giro en nuestras vidas, empoderándonos nuevamente de nuestra existencia, haciéndonos cargo de lo que nos pasa y dejando de sentirnos víctimas de las condiciones externas para comenzar a conducir nuestras propias vidas.

Existen muchas corrientes y modelos desde los cuales puede trabajar un terapeuta. Algunos, a partir de su experiencia han ido fusionando elementos provenientes de diferentes líneas y adaptando su forma de trabajar de acuerdo a los requerimientos de los pacientes. Hasta el momento ha sido imposible determinar que una línea de trabajo sea superior a otra pues, de acuerdo a los estudios, son los factores inespecíficos (como la relación terapéutica, características propias del psicólogo, preferencias del paciente, etc) las que tienen más peso en el éxito o fracaso de una psicoterapia.

Existen diferentes tipos de psicoterapia y distintos estilos de terapeuta. Es común que al buscar un psicólogo no siempre se encuentre al apropiado en el primer intento y eso puede desmotivar bastante, ya que no es cómodo contar una y otra vez a diferentes personas lo que a uno le sucede hasta encontrar el psicólogo adecuado. Por eso es importante asesorarse, investigar y pedir recomendaciones antes de tomar una decisión tan importante como comenzar una psicoterapia con alguien en particular.

Finalmente, es importante comentar que, en una primera fase del tratamiento es común que los síntomas se exacerben, ya que al hacerse conscientes los conflictos, es natural que éstos salgan a flote. También es frecuente que existan períodos de la terapia que sean más intensos y rápidos que otros. Pero usted no tiene por qué saberlo de antemano, por eso, está en su derecho de preguntar, dar su opinión y comentar sus inseguridades, dudas y aprehensiones con su psicólogo, ya que todo lo que transcurre en terapia es fundamental para su autoconocimiento, desarrollo y avance.

Tanto la persona que es atendida, como el terapeuta, se ponen en juego en el proceso. La relación terapéutica y el modo en que esta transcurre es fundamental para que la psicoterapia se desarrolle de un modo adecuado y generativo.


 
 
 

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