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  • Paulina Sallés Bastarica

Vacaciones y conflictos de pareja: Cómo evitarlos


Las vacaciones son, sin lugar a dudas, uno de los períodos del año más esperados por todas las personas. Son un espacio de tiempo para descansar, realizar actividades que hemos postergado durante el año, para relajarse y compartir más tiempo con la pareja y la familia en general, dentro o fuera de la ciudad.

Sin embargo, aunque suene paradójico, se ha visto que los conflictos de pareja aumentan durante las vacaciones. Esto puede suceder por diversos motivos.

En primer lugar, el lugar escogido para las vacaciones, las fechas y las actividades a realizar, también pueden ser motivo de complicaciones, sobre todo cuando los gustos e intereses de ambos son diferentes o, cuando uno quiere imponer sus decisiones sin tomar en cuenta al otro.

Por otra parte, el hecho de pasar más tiempo juntos genera muchísimas expectativas respecto a cómo debería ser la relación de pareja cuando se tiene la posibilidad de compartir más, generándose una presión adicional para ambos. Cuando estas expectativas no se cumplen, la frustración aumenta y surgen recriminaciones y conflictos.

Aquellas parejas que han venido arrastrando conflictos a lo largo del año, suelen verse “acorraladas” en las vacaciones, al tener que estar mucho más tiempo en contacto y cercanía. Esta especie de acorralamiento aumenta cuando se sale fuera de casa a pasar las vacaciones, ya que las rutinas tienden a cambiar aun más. Es en este período, cuando las desavenencias, los conflictos y la rabia o resentimiento acumulados comienzan a hacerse evidentes, generando incomodidad, conflictos y/o aumentando la brecha comunicacional entre ambos.

La intimidad es a veces uno de los aspectos de la pareja que se descuidan durante el año y, las vacaciones son el espacio en el que se espera poder disfrutar plenamente de ella. En aquellos casos en que hay complicaciones, probablemente la imposibilidad de tener una plenitud sexual cuando hay tiempo y espacio para ello, puede ser la voz de alarma para evidenciar un problema de pareja que debe ser conversado y/o tratado.

Las rutinas y los roles se modifican, condición que puede originar molestias o desacuerdos. Esto se ve, por ejemplo, cuando un miembro de la pareja es el único que trabaja fuera de casa y el otro se hace cargo de las tareas del hogar. El primero/a, acostumbrado a su rol, puede querer mantenerlo durante las vacaciones, no haciéndose cargo de las tareas domésticas y queriendo salir a la playa o a pasear del mismo modo que sale a trabajar durante el año. No obstante, puesto que las vacaciones son para todos, quien que se hace generalmente cargo de la casa, esperará que su pareja coopere, que las tareas domésticas se dividan para poder descansar también. Esto puede resultar confuso o incómodo, cuando alguno de los dos no demuestra suficiente flexibilidad para adaptarse a nuevas condiciones temporales.

Y, finalmente, como siempre, los factores económicos tienden a ser uno de los principales motivos de discusión. Esto sucede cuando no existe acuerdo respecto a cuánto se está dispuesto a invertir en las vacaciones o cuando uno de los dos intenta controlar los gastos y el otro tiende a gastar de más durante las vacaciones.

A partir de lo anterior, propongo algunos consejos que les pueden ayudar a disfrutar en pareja de estas vacaciones, evitando las discusiones y conflictos:

En principio, para decidir el destino de las vacaciones, los gastos en los que se quiere incurrir y las actividades que se quieren realizar, es necesario abrir un diálogo, en el que ambas personas puedan plantear abierta y sinceramente sus puntos de vista. Resulta muy positivo tomar la planificación de las vacaciones como un momento de diversión para ambos.

Tener claro, como pareja, que deben ser flexibles frente a los cambios de planes y horarios, sabiendo que lo que se organiza no es necesariamente lo que se debe hacer. Permitiéndose cambiar de planes de acuerdo a los intereses que vayan surgiendo, de manera que nada pueda estresarlos durante los días de descanso.

Es necesario dejar espacio y permitir el desarrollo de actividades individuales. A veces cada persona tiene hobbys e intereses particulares que no son compartidos por la pareja y ese espacio se debe respetar. No es imprescindible que ambos estén permanentemente juntos durante las vacaciones. Desarrollar algunas actividades de manera solitaria o con otras personas facilita que la otra persona siga teniendo su individualidad. Eso ayuda a mantener vivo el interés del uno por el otro, al no despojarlo de su “mundo”.

Cuando la pareja tiene hijos, los padres tienden a volcarse en ellos, descuidando la intimidad. Se sugiere dejar espacios para realizar actividades en pareja. Llevar a los niños a algún taller deportivo o a realizar una actividad que sea de su agrado, dejándolos en manos de adultos responsables y conocidos, para poder disfrutar tranquilamente de alguna actividad en pareja; como salir a comer, a dar un paseo juntos, dormir una siesta en pareja, tener un encuentro romántico, etc.

En caso de ser de aquellas parejas que gustan o se ven obligados a vacacionar con más gente aparte de su familia nuclear, esto es, amigos, hermanos, sobrinos, padres o suegros, cabe destacar la importancia de establecer límites claros, funciones determinadas y espacios que les permitan tener algo de intimidad familiar y de pareja. A veces la presencia de otros durante las vacaciones puede distanciar a la pareja o, hacerlos pelear por situaciones que ni siquiera tienen relación con ellos.

Y para terminar, es bueno recordar que las vacaciones son un buen momento para retomar los lazos, la comunicación, el amor y las dinámicas de pareja que durante el año se perdieron a causa de la rutina, el cansancio y el estrés. Son además un período que permite replantearse el modo en que se está llevando la vida en pareja, teniendo en mente que cada minuto es un buen momento para cambiar y recomenzar.

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