El verano y los complejos corporales
- Paulina Sallés Bastarrica
- 25 nov 2010
- 4 Min. de lectura

A medida que se acerca el verano comenzamos a tomar mayor conciencia acerca de nuestra apariencia física. Las mermas producidas en nuestro cuerpo por la inactividad del invierno y las sopaipillas, pastelitos y chocolatesde más consumidos en los días de frío quedan al descubierto al momento de empezar a quitarnos los abrigos y la ropa gruesa, haciéndonos sentir inseguros, frustrados y/o acomplejados.A pesar que siempre pensamos que sólo las mujeres tenemos este problema en verano, cada vez son más los hombres que se preocupan también por su físico y se complican cuando tienen kilos de más.
Puede suceder que, habiendo notado que no estabas en buena forma al inicio de la temporada, aun no hayas logrado obtener la figura deseada o incluso hayas aumentado tu sobrepeso. Las fiestas de fin de año y la ansiedad muchas veces nos juegan en contra en esta época de verano en la que a todos nos gustaría vernos bien.
Desde la psicología entendemos que, en muchos casos, el comer de más es una respuesta a las emociones que estamos sintiendo. Se ha demostrado que, la sola ingesta de una comida determinada puede alterar el humor y las emociones reduciendo la irritabilidad e incrementando la calma y el afecto positivo. Es así como alimentos ricos en azúcares y grasas, pueden provocar respuestas emocionales positivas, mientras que aquellos con componentes amargos producen emociones negativas y rechazo.
Al mismo tiempo, nuestra cultura tiene mucha influencia sobre la valoración afectiva de los alimentos y la conducta de comer frente a ciertos estados emocionales. Desde que somos pequeños se nos regalonea con comida, se aplacan nuestras emociones negativas con comida, se nos premia con comida y, por tanto, sin ser absolutamente conscientes de esto, aprendemos que la comida es una especie de remedio para todo. Sin embargo, cuando esto nos lleva a tener sobrepeso y/o problemas de salud, nos vemos obligados a re-considerar esta afirmación.
El sobrepeso muchas veces trae consigo angustia y ansiedad, condiciones que pueden llevarnos a tomar decisiones apresuradas, como por ejemplo, hacer una dieta de shock, restrictiva y peligrosa para nuestra salud.
Las dietas restrictivas producen mucho estrés, generando un déficit en el control cognitivo, por lo que las emociones positivas o negativas tienden a incrementar la ingesta. Esto significa que, al sentirnos restringidos, tendemos a perder el control y a comer más.
Cuando no existe un trastorno de la conducta alimentaria, y el tema no va más allá de unos kilos de sobrepeso y de una disconformidad con el aspecto físico, es necesario tener en cuenta ciertas cosas para no caer en la desesperación y sucumbir emocionalmente.
Primero, se debe mirar la situación con realismo. Probablemente a estas alturas del partido sea imposible bajar de peso hasta sentirse como un Adonis o una Sílfide, por tanto no se obtiene nada con dietas exageradas ni con medidas de emergencia. Pues, la ansiedad, cualquiera sea su origen, es una de las grandes causas de la obesidad y, por tanto, al no asumir con serenidad el tema, probablemente terminemos cayendo en un círculo vicioso en el que la desesperación por adelgazar haga que terminemos comiendo más.
Por lo anterior, si ya estás con un sobrepeso que no vas a ser capaz de bajar en el corto plazo, es necesario ajustar las expectativas de tu aspecto en este verano, asumiendo que se pueden lograr ciertas metas, pero que probablemente no estarás listo/a para jugar a las paletas sin pareo o sin polera.
Lo mejor es iniciar un programa de adelgazamiento consultando a un nutricionista o nutriólogo que pueda ayudarte a descubrir en tu alimentación, algunas de las causas del sobrepeso y orientarte con un programa especial y acorde a tus necesidades y actividades.
Por otra parte, siempre es importante analizar si existen causas psicológicas que puedan estar contribuyendo o siendo las causas principales del sobrepeso. En este caso, se debe evaluar la necesidad de recibir ayuda profesional con el tema en caso de no poder resolverlo solo/a.

Durante el proceso, es importante que intentes aceptarte, sin dejar que aquello que te frustra de tu apariencia, determine el modo en que te ves a ti mismo/a y eche a perder tu verano. Siempre hay formas de verse y sentirse mejor. Haber comenzado un programa de alimentación y ejercicio saludable hace que aumente tu sensación de eficacia y tu autoestima y eso se proyecta hacia fuera haciendo que te veas mejor. Al mismo tiempo, puedes buscar un modelo de traje de baño y ropa que se ajuste mejor a tu figura actual para el verano para sentirte lo más cómoda/o posible.
Intenta mirarte con gentileza, recordando siempre que eres mucho más que tu cuerpo. Que probablemente este verano es el momento de exponer y sacar a relucir otras cualidades que te hacen atractivo/a frente a los demás y que ya llegará el momento en que recuperes o logres las metas que te propusiste en términos físicos.
Mientras te encuentres en el proceso, aprovecha al máximo posible tu verano, dedicando tiempo a todas aquellas actividades que te resulten placenteras y que no te lleven a aumentar de peso. Actividades deportivas, artísticas, panoramas culturales, salidas a bailar y paseos al aire libre, son actividades que sin lugar a dudas te mantendrán ocupado/a, entretenido/a y disminuirán tu ansiedad por comer.
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