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PRÁCTICA TERAPÉUTICA PARA UN FIN DE AÑO REFLEXIVO Y SANADOR

  • Paulina Sallés Bastarica
  • 11 dic 2017
  • 4 Min. de lectura

El año nuevo se acerca a pasos agigantados y eso tiende a ponernos más reflexivos. Las personas suelen sentirse ansiosas porque se acabe el año para comenzar con un nuevo ciclo, sintiendo que, de alguna manera las cosas van a cambiar. Y, si bien hay quienes critican estas actitudes argumentando que se trata sólo de un día más y que tras el año nuevo todo sigue igual, puede resultar positivo tomar esta fecha como un hito que marca el final de una etapa y el principio de otra.

Puesto que en el mundo occidental nos regimos por el calendario gregoriano, el 1 de Enero, es la fecha que a la mayoría nos convoca a celebrar para despedir el año que se va y dar la bienvenida al que viene. La energía entra en una frecuencia especial, pues somos muchas las personas que entramos en un proceso de revisión del año viejo y proyección del que vendrá, por lo que la renovación puede sentirse en la atmósfera.

Tendemos a hacer listados de deseos y propósitos para el año que viene, pero a medida que avanzan los meses, éstos van perdiendo fuerza e importancia y comienzan a relativizarse. Si revisamos nuestros propósitos de años anteriores, podemos darnos cuenta de que tal vez son muchos los que no hemos concretado y, a veces no es sólo por falta de tiempo o de esfuerzo, sino más bien, porque no hemos tenido una base concreta para lograrlos. Con esto me refiero a que no basta con hacer planes, pues éstos deben estar construidos sobre bases firmes para que realmente funcionen.

El optimismo, las estrategias basadas en la psicología positiva, la visualización, los decretos y las co-creaciones, tan de moda hoy en día, pueden ser una ayuda excelente para alcanzar aquello que deseamos, sin embargo, si no existe detrás de ellas un proceso de sanación previo, sólo serán técnicas y ejercicios vacíos orientados a soñar sin hacernos cargo de aquellas cosas que no son tan positivas y evitando conectarnos con el dolor.

No hay nada de malo en el dolor, no existen las emociones negativas, pues todas tienen una función importante en nuestras vidas. Es necesario encontrarse con las sombras para iluminarnos, meternos en el barro para limpiarlo y entrar al caos para ordenarlo. Si no hacemos esto, la construcción de nuestro futuro será incongruente, estaremos intentando correr a toda velocidad en un suelo de barro resbaloso, implicando mayor esfuerzo y cansancio. Necesitamos entrar en nuestra negatividad, verla, conectarnos con ella, sufrirla si es necesario para luego aceptarla, sanarla e integrarla en nuestras narrativas para continuar con la construcción de nosotros/as mismos/as.

Para ello, y aprovechando estas fechas les propongo que hagan el siguiente ejercicio (que también puede ser realizado en el cumpleaños o en otra fecha que nos haga sentido como fin de ciclo e inicio de otro).

  1. Comiencen por buscar un espacio de tranquilidad (idealmente solos/as) y revisen sus agendas, semana por semana, mes a mes y vayan anotando los hechos y situaciones importantes del año. Las relaciones de pareja, de amistad o laborales que comenzaron y/o terminaron, las situaciones y experiencias difíciles que debieron afrontar, los cambios, viajes, decisiones, sucesos, pérdidas, etc. Todo aquello que ustedes sientan que puede haber sido importante.

  2. Luego construyan una tabla con 7 columnas y varias filas (de acuerdo al número de hitos que hayan encontrado). Les recomiendo que lo hagan en el computador para ir corrigiendo y para guardarlo y tenerlo a mano en cualquier situación.

  3. En la primera fila de la primera columna van a escribir “Hito” y, en las filas que vienen hacia abajo, van a ir poniendo uno a uno cada hito importante que hayan encontrado. Luego, en la primera fila hacia la derecha escriban en cada cuadrante; “¿Qué hice mal?”, “¿Qué hice bien?”, “¿Cómo me sentí?”, “¿Qué queda por sanar?”, “¿Cómo lo voy a sanar?”, “Aprendizajes y lecciones”.

  4. Luego, hacia abajo, vayan haciendo el análisis de cada uno de los hitos respondiendo cada una de las preguntas. No importa cuán extenso sea el análisis.

Es importante que sepan que para esto se requiere tiempo, pues dependiendo de lo intenso que haya sido el año, tal vez no sea posible hacerlo de una vez. Al mismo tiempo, resulta necesario revisarlo varias veces para ir agregando cosas.

No importa si queda algún espacio sin llenar, puede dejarse pendiente para ir completándolo en la medida que vaya apareciendo la información en la consciencia. Por ejemplo, puede que resulte difícil en un principio saber cómo voy a sanar aquello que está aún dañado, pero podemos ir buscando información y respuestas para luego escribirlo y transformarlo en un propósito.

Es muy relevante darle énfasis a lo que queda por sanar, pues esto puede configurarse como el empujón que necesitamos para hacer un cambio, para comenzar una psicoterapia u otro proceso de sanación, dándonos información acerca de lo que se necesita abordar. En este sentido, la psicoterapia puede transformarse en un camino de cambio profundo, al poder hacer conscientes nuestros puntos ciegos con la ayuda de un especialista estratégicamente orientado con el que estableceremos un vínculo especial, de confianza y aceptación incondicional, que no se parece a ningún otro.

Los aprendizajes y lecciones son cosas que debemos grabarnos a fuego para tenerlos en consideración al momento de tener que afrontar situaciones en las que necesitemos poner en práctica lo aprendido. Además, en la medida que vayamos avanzando en nuestro auto-conocimiento, podemos ir anotando más cosas. Este se configurará como un documento de alta importancia, que debe ser consultado y revisado cada cierto tiempo para no retroceder en lo avanzado.

Los/as invito entonces a hacer este ejercicio a consciencia, para que sea terapéutico, sanador, y pueda ayudarlos a sentar las bases para generar propósitos que vayan de acuerdo con su nivel evolutivo y de desarrollo personal.

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